Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición. 1 Timoteo 6:9. AFC 221.2
Satanás tiene redes y trampas, como las trampas del cazador, bien preparadas para atrapar a las almas. Su propósito definido consiste en que los hombres utilicen las facultades que Dios les ha dado para conseguir fines egoístas antes que para glorificar a Dios. Dios quiere que los hombres tengan trabajos que les proporcionen paz y gozo y les produzcan beneficios eternos; pero Satanás quiere que concentremos nuestros esfuerzos en lo que no aprovecha, en cosas que perecen con el uso... AFC 221.3
El corazón del hombre puede constituir la morada del Espíritu Santo. La paz de Cristo que sobrepasa toda comprensión puede anidar en vuestra alma, y el poder transformador de su gracia puede obrar en vuestra vida, y prepararos para las cortes de gloria. Pero si empleáis el cerebro, los nervios y los músculos en el servicio del yo, no estáis haciendo de Dios y el cielo la primera consideración de vuestra vida. Es imposible que entretejáis las gracias de Cristo en vuestro carácter mientras ponéis todas vuestras energías del lado del mundo. Podéis tener éxito en acumular tesoros en el mundo, para gloria del yo, pero “donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. Mateo 6:21. La consideración de las cosas eternas ocupará un lugar secundario. Podéis participar de las formas externas del culto, pero vuestro servicio será una abominación para el Dios del cielo... AFC 221.4
Si los ojos están santificados y se dirigen al cielo, la luz del cielo llenará el alma, y las cosas terrenales parecerán insignificantes y sin atractivo. Cambiarán los motivos del corazón y se atenderán las amonestaciones de Jesús. Pondréis vuestro tesoro en el cielo. Vuestros pensamientos se fijarán en las grandes recompensas eternas.—The Review and Herald, 24 de enero de 1888. AFC 222.1