No os hagáis tesoros en la tierra donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:19-21. AFC 222.2
Reparad en estas palabras del Gran Maestro, que habló como nunca habló hombre alguno. Pone delante de vosotros la conducta a seguir si queréis servir a vuestros mejores intereses en esta vida, y haceros tesoros eternos. “No hagáis tesoros en la tierra”. Hay peligro de perderlo todo en la búsqueda de las ganancias mundanales, porque en la febril actividad que determina la búsqueda de las riquezas terrenas, se olvidan los intereses eternos... AFC 222.3
Si vuestros pensamientos, vuestros planes y vuestros propósitos están centralizados en la acumulación de las cosas terrenas, vuestra ansiedad, estudio e intereses estarán todos centralizados en el mundo. Las atracciones celestiales perderán su hermosura. Las glorias del mundo eterno dejarán de tener la fuerza de la realidad para vosotros. Vuestro corazón estará con vuestro tesoro, y cada facultad de vuestra mente estará concentrada de tal manera en la obra que habéis elegido, que no oiréis las advertencias y ruegos de la Palabra y el Espíritu de Dios. No tendréis tiempo que dedicar al estudio de las Escrituras y a la oración ferviente a fin de escapar de las trampas de Satanás y prestar una obediencia inteligente a vuestro Padre celestial.—The Review and Herald, 24 de junio de 1888. AFC 222.4
Esta obra de transferir vuestras posesiones al mundo de arriba, es digna de todas vuestras energías. Es de la mayor importancia e implica vuestro interés eterno. Lo que dais a la causa de Dios no se pierde... está seguro contra el desastre y la pérdida y produce abundantes intereses eternos.—Ibid. AFC 223.1