Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. 1 Corintios 2:2. AFC 337.4
Lo principal de nuestro mensaje debe consistir en la misión y la vida de Jesucristo. Espaciémonos en la humillación, la abnegación, la humildad y la mansedumbre de Cristo, para que los corazones orgullosos y egoístas vean la diferencia entre ellos y el Modelo, y se humillen... AFC 337.5
Describid, si el lenguaje humano puede hacerlo, la humillación del Hijo de Dios, y no penséis que habéis alcanzado la cúspide cuando lo veis cambiando el trono de luz y gloria que compartía con el Padre, por la humanidad. Vino del cielo a la tierra; y mientras estuvo en la tierra, soportó la maldición de Dios como garantía de la humanidad caída. No lo obligaron a hacerlo. El eligió soportar la ira de Dios en la que había incurrido el hombre por su desobediencia a la ley divina. Eligió soportar las crueles burlas, los escarnios, los azotes y la crucifixión, y “Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Filipenses 2:8... AFC 337.6
Cristo no era insensible a la ignominia y la desgracia. Experimentó todo amargamente. Lo sintió más profunda y agudamente que lo que nosotros podemos sentir el sufrimiento, porque su naturaleza era más exaltada, pura y santa que la de la humanidad pecadora por quien sufría. Era la Majestad del cielo, era igual al Padre, era el Comandante de las huestes angélicas, y, sin embargo, murió por el hombre sufriendo una muerte que más que ninguna otra era considerada ignominiosa. Ojalá que los enaltecidos corazones de los hombres comprendieran esto. Ojalá que comprendieran el significado de la redención, y procuraran aprender la humildad de Jesús... AFC 338.1
Los dones del que era poderoso en el cielo y en la tierra están al alcance de los hijos de Dios. Dones preciosísimos que recibimos mediante el costoso sacrificio de la sangre del Redentor; dones que satisfarán el anhelo más profundo del corazón.—The Review and Herald, 11 de septiembre de 1888. AFC 338.2