Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna. 1 Juan 5:20. AFC 51.2
El Redentor del mundo no vino con un despliegue externo o una exhibición de gloria mundana. Los hombres no pudieron ver, por debajo del manto de humildad, la gloria del Hijo de Dios... AFC 51.3
Cristo llegaba hasta las personas donde estuvieran. Presentaba a su mente la clara verdad en el lenguaje más eficaz y sencillo. El pobre humilde, el menos culto, mediante la fe en él podía comprender las más excelsas verdades de Dios. Nadie necesitaba consultar con los eruditos doctores para saber su significado... El más grande Maestro que el mundo ha conocido era el más definido, sencillo y práctico en su instrucción... AFC 51.4
Llamaba la atención hacia la pureza de la vida, la humildad del espíritu y la consagración a Dios y a su causa, sin esperar honores o recompensa mundanos. Debía despojar a la religión del estrecho y fatuo formalismo que la convertía en una carga y un reproche. Debía presentar a todos una salvación completa y armoniosa. Debía derribar los estrechos límites del exclusivismo nacional, pues su salvación había de llegar hasta los confines de la tierra... AFC 51.5
Hombres de la más elevada educación y conocimientos han aprendido las más preciosas lecciones del precepto y ejemplo de los humildes seguidores de Jesús, considerados como “ignorantes” por el mundo. Pero si los hombres pudieran ver con mirada penetrante, verían que esos humildes hombres obtuvieron su educación en la más elevada de todas las escuelas, la escuela del divino Maestro que habló como no habló ningún hombre.—The Review and Herald, 17 de abril de 1888. AFC 51.6