No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. AFC 113.3
Una profesión de religión no tiene valor a menos que las buenas obras testifiquen de su sinceridad y realidad... Los que hacen mucho alarde y no llevan los frutos de la piedad, ponen de manifiesto que no habitan en la Vid verdadera, pues “por sus frutos los conoceréis”. Son ramas muertas... AFC 113.4
Para muchos la conversión ha llegado a ser un asunto de perplejidad, debido a las confusas doctrinas que se enseñan en cuanto a lo que es religión. Venir a Cristo significa algo más que pertenecer a la iglesia. Hay muchos cuyos nombres están inscritos en las hojas del registro de la iglesia, pero cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero. Venir a Cristo no requiere un gran esfuerzo y agonía mentales. Es sencillamente aceptar los términos de la salvación que Dios presenta con claridad en su Palabra.—The Review and Herald, 14 de febrero de 1888. AFC 113.5
Dios desea el servicio voluntario de nuestro corazón. Nos ha dotado con la facultad de razonar, con talentos que nos capacitan y con medios e influencia que han de ejercerse para el bien de la humanidad para que podamos manifestar el espíritu de Cristo al mundo. A nuestro alcance se colocan preciosas oportunidades y privilegios, y si los descuidamos, robamos a otros, defraudamos a nuestra propia alma y deshonramos al Maestro. No desearemos afrontar esas oportunidades desatendidas y esos privilegios descuidados en el día del juicio. Nuestros intereses eternos futuros dependen de nuestra diligencia presente en la realización del deber, en mejorar los talentos que Dios nos ha dado para la salvación de las almas... AFC 114.1
La verdadera religión lleva a cabo los principios de la ley de Dios: amor a Dios y al prójimo. Los que serán aceptados en el cielo, habrán entregado sus talentos a los cambistas para la gloria de Dios y para el bien de la humanidad. Se habrán convertido en colaboradores con Dios.—Ibid. AFC 114.2