Él dice: “Otra clase de evidencia que afectó vitalmente mi mente fue la cronología de las Escrituras... Encontré que los eventos predichos, que se habían cumplido en lo pasado, a menudo ocurrieron dentro de un tiempo determinado. Los 120 años hasta el diluvio (Génesis 6:3); los 7 días que debían precederlo, con la predicción de 40 días de lluvia (Génesis 7:4); los 400 años de la estadía de la simiente de Abrahán (Génesis 15:13); los 3 días de los sueños del copero y del panadero (Génesis 40:12-20); los 7 años de Faraón (Génesis 41:28-54); los 40 años en el desierto (Números 14:34); los 3 1/2 años de hambre 1 Reyes 17:1, ver Lucas 4:25... los 70 años del cautiverio (Jeremías 25:11); los 7 tiempos de Nabucodonosor (Daniel 4:13-16); y las 7 semanas, 62 semanas y 1 semana, que sumaban 70 semanas determinadas para los judíos (Daniel 9:24-27); todos los acontecimientos limitados por esos períodos de tiempo fueron de repente simplemente una cuestión profética, y se cumplieron de acuerdo con las predicciones”.—Ibíd. 74, 75. CES 53.2
Por consiguiente, al encontrar en su estudio de la Biblia varios períodos cronológicos que, según su modo de entenderlos, se extendían hasta la segunda venida de Cristo, no pudo menos que considerarlos como los “tiempos señalados” que Dios había revelado a sus siervos. Moisés dice: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre”; y el Señor declara por el profeta Amós que él “no hará nada... sin que revele su secreto a sus siervos los profetas”. Deuteronomio 29:29; Amós 3:7. Así que los estudiantes de la Palabra de Dios pueden, confiadamente, esperar encontrar indicado claramente en las Escrituras de verdad el evento más estupendo que se realizará en la historia humana. CES 53.3
Miller dice: “Estando completamente convencido de que toda Escritura divinamente inspirada es útil (2 Timoteo 3:16); que en ningún tiempo fue dada por voluntad de hombre, sino que fue escrita por hombres santos inspirados del Espíritu Santo (2 Pedro 1:21), y esto ‘para nuestra enseñanza... a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza’ (Romanos 15:4), no pude menos que considerar las partes cronológicas de la Biblia como pertinentes a la Palabra de Dios y tan acreedoras a nuestra seria consideración como cualquiera otra parte de las Escrituras. Pensé por consiguiente que al tratar de comprender lo que Dios, en su misericordia, había juzgado conveniente revelarnos, yo no tenía derecho a pasar por alto los períodos proféticos”.—Ibíd. 75. CES 54.1