Los argumentos extraídos de los tipos del Antiguo Testamento también indicaban el otoño como el tiempo cuando debía verificarse el evento representado por la “purificación del santuario”. Esto resultó muy claro cuando la atención se fijó en el modo en que se habían cumplido los tipos relativos al primer advenimiento de Cristo. CES 81.4
La inmolación del cordero pascual era una sombra la muerte de Cristo. Pablo dice: “Cristo, nuestro cordero pascual, ya ha sido sacrificado”. 1 Corintios 5:7. La gavilla de las primicias del trigo, que en tiempo de la Pascua era mecida ante el Señor, era típico de la resurrección de Cristo... CES 81.5
Esos tipos se cumplieron no sólo en cuanto al evento sino también en cuanto al tiempo. El día 14 del primer mes judío, el mismo día y mes en que por quince largos siglos el cordero pascual había sido inmolado, Cristo, después de haber comido la Pascua con sus discípulos, instituyó esa fiesta que debía conmemorar su propia muerte como “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. En esa misma noche fue aprehendido por manos impías para ser crucificado e inmolado. Y como antitipo de la gavilla mecida, nuestro Señor fue resucitado de entre los muertos al tercer día, las “primicias de los que murieron”, un ejemplo de todos los justos que resucitarán, cuyo “cuerpo miserable” será transformado y hecho “como su cuerpo glorioso”. 1 Corintios 15:20; Filipenses 3:21, NVI. CES 81.6
Asimismo los tipos que se refieren a la segunda venida deben cumplirse en el tiempo indicado por el ritual simbólico. Bajo el régimen mosaico, la purificación del Santuario, o sea el gran Día de la Expiación, caía en el 10 día del 7 mes judío (Levítico 16:29-34), cuando el sumo sacerdote, luego de haber hecho la expiación por todo Israel y haber quitado así sus pecados del Santuario, salía y bendecía al pueblo. Así se creyó que Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, aparecería para purificar la Tierra por medio de la destrucción del pecado y los pecadores, y para conceder la inmortalidad a su pueblo que lo esperaba. El 10o día del 7o mes, el gran Día de la Expiación, el tiempo de la purificación del Santuario, el cual en el año 1844 caía en el 22 de octubre, fue considerado como el día de la venida del Señor. Esto estaba en consonancia con las pruebas ya presentadas de que los 2.300 días terminarían en el otoño, y la conclusión parecía irrebatible... CES 82.1
Los que recibieron el mensaje llegaron cuidadosa y solemnemente al tiempo en que esperaban encontrarse con su Señor. Cada mañana sentían que su primer deber consistía en asegurarse la evidencia de ser aceptos ante Dios. Sus corazones estaban estrechamente unidos, y oraban mucho unos con otros y unos por otros. A menudo se reunían en sitios apartados para ponerse en comunión con Dios, y se oían voces de intercesión que desde los campos y las arboledas ascendían al cielo. La seguridad de que el Salvador les daba su aprobación era para ellos más necesaria que su alimento diario; y si alguna nube oscurecía sus mentes, no descansaban hasta que se hubiera desvanecido. Mientras sentían el testimonio de la gracia perdonadora, anhelaban contemplar a Aquel a quien amaban sus almas. CES 82.2