Este ministerio siguió efectuándose durante 18 siglos en el primer departamento del Santuario. La sangre de Cristo, ofrecida en beneficio de los creyentes arrepentidos, les aseguraba el perdón y la aceptación del Padre, pero no obstante sus pecados permanecían inscritos en los libros de registro. Como en el servicio típico había una obra de expiación al fin del año, así también, antes que la obra de Cristo para la redención de los hombres se complete, queda por hacer una obra de expiación para remover el pecado del Santuario. Este es el servicio que comenzó cuando terminaron los 2.300 días. Entonces, así como lo había predicho Daniel el profeta, nuestro Sumo Sacerdote entró en el Lugar Santísimo para cumplir la última parte de su obra solemne: la purificación del Santuario. CES 96.4
Así como en la antigüedad los pecados del pueblo eran puestos por fe sobre la ofrenda por el pecado, y por su sangre se transferían figurativamente al Santuario terrenal, así también, en el nuevo pacto, los pecados de los que se arrepienten son puestos por fe sobre Cristo y transferidos, de hecho, al Santuario celestial. Y así como la purificación típica de lo terrenal se efectuaba por medio de la remoción de los pecados con los cuales había sido contaminado, así también la purificación real de lo celestial debe efectuarse quitando o borrando los pecados registrados en el cielo. Pero antes que esto pueda realizarse deben examinarse los libros de registros para determinar quiénes son los que, por su arrepentimiento del pecado y su fe en Cristo, tienen derecho a los beneficios de la expiación hecha por él. Por tanto, la purificación del Santuario implica una obra de investigación, una obra de juicio. Esta obra debe realizarse antes que venga Cristo para redimir a su pueblo, pues cuando venga su recompensa estará con él para otorgarla a cada ser humano según haya sido su obra. Apocalipsis 22:12. CES 97.1
Así que los que andaban en la luz de la palabra profética vieron que en lugar de venir a la Tierra al fin de los 2.300 días, en 1844, Cristo entró entonces en el Lugar Santísimo del Santuario celestial para cumplir la obra final de expiación preparatoria para su venida. CES 97.2
Se vio además que, mientras la ofrenda por el pecado señalaba a Cristo como sacrificio, y el sumo sacerdote representaba a Cristo como mediador, el macho cabrío simbolizaba a Satanás, autor del pecado, sobre quien serán colocados finalmente los pecados de los verdaderamente arrepentidos. Cuando el sumo sacerdote, en virtud de la sangre de la ofrenda por el pecado, quitaba los pecados del Santuario, los ponía sobre la cabeza del macho cabrío por Azazel. Cuando Cristo, en virtud de su propia sangre, quite del Santuario celestial los pecados de su pueblo al fin de su ministración, los pondrá sobre Satanás, quien, en la ejecución del juicio, debe cargar con el castigo final. El macho cabrío era enviado lejos a un lugar desierto, para no volver jamás a la congregación de Israel. Así también Satanás será desterrado para siempre de la presencia de Dios y de su pueblo, y será aniquilado en la destrucción final del pecado y los pecadores.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 461-475. CES 97.3