El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. Juan 6:54-55. DNC 69.1
Recibir los elementos vitales de las Escrituras y hacer la voluntad de Dios, traen vida eterna. Esto es lo que significa comer la carne y beber la sangre del Hijo de Dios. Todos tienen el privilegio de participar del pan del cielo al estudiar la Palabra, y de este modo obtener nervios y músculos espirituales. DNC 69.2
Cada cual puede apropiarse de la bendición para beneficio de su propia alma, de lo contrario no se alimentará... Sabéis que no podríais alimentaros por el solo hecho de contemplar una mesa bien preparada y ver a otros comer. Languideceremos si no participamos del alimento físico; del mismo modo, perderemos nuestra fuerza y vitalidad espirituales si no nos alimentamos del pan espiritual... DNC 69.3
La mesa ha sido preparada, y Cristo nos invita a la fiesta. ¿Permaneceremos alejados rechazando su generosidad y declarando: “Esto no se refiere a mí”? Hay un himno que describe una fiesta donde la familia feliz se reúne para participar de los generosos manjares que ofrece el padre. Mientras los niños alegres rodean la mesa, hay una hambrienta niñita mendiga que se ha detenido en el umbral. Se la invita a entrar, pero con tristeza se retira exclamando: “Mi padre no está allí”. ¿Asumiréis vosotros esta actitud ante la invitación de Jesús? ¡Oh, si tenéis un Padre en las cortes celestiales, os suplico que lo manifestéis! El quiere haceros participantes de sus riquezas y bendiciones. Todos los que acudan con el amor confiado de un niñito, hallarán a un padre allá. DNC 69.4
Venid al agua de vida y bebed. No os mantengáis apartados y quejándoos de sed. El agua de vida es gratis para todos. DNC 69.5
Aquellos que coman y digieran su Palabra, haciéndola parte de cada acción y cada atributo de carácter, se harán fuertes en la fortaleza de Dios. Esto dará un vigor inmortal al alma, perfeccionando la experiencia y produciendo goces que permanecerán para siempre.*Año bíblico: Deuteronomio 13-16. DNC 69.6