Tus manos me hicieron y me formaron; hazme entender, y aprenderé tus mandamientos. Salmos 119:73. ELC 159.1
El organismo humano es hechura de Dios. Los órganos empleados en todas las diferentes funciones del cuerpo fueron hechos por él. El Señor nos da alimento y bebida para satisfacer las necesidades del cuerpo. Él ha dado diferentes propiedades a la tierra aptas para el crecimiento del alimento para sus hijos. Da la luz solar y las lluvias, temprana y tardía. Forma las nubes y envía el rocío. Todos éstos son dones suyos. Ha extendido liberalmente sus bendiciones sobre nosotros. Pero todas estas bendiciones no restaurarán su imagen moral a menos que cooperemos con él, haciendo decididos esfuerzos por conocernos a nosotros mismos, por entender cómo cuidar de la delicada maquinaria humana. El hombre debe ayudar diligentemente a guardarse a sí mismo en armonía con las leyes de la naturaleza. El que coopera con Dios en la obra de guardar en orden la maravillosa maquinaria, el que consagra a Dios sus facultades... permanece en su virilidad dada por Dios y está registrado en los libros del cielo como un hombre. ELC 159.2
Dios ha dado al hombre tierra para ser cultivada. Pero para cosechar debe haber una acción armónica entre los agentes divino y humano. Hay que usar a su tiempo el arado y otros implementos. Debe sembrarse la semilla a su tiempo. El hombre no debe dejar de hacer su parte... La cosecha estará en proporción a la energía que él puso. ELC 159.3
Así ocurre con las cosas espirituales... Debe haber una camaradería, una relación divina entre el Hijo de Dios y el pecador que se arrepiente. Somos hijos e hijas de Dios, “Mas a todos los que le recibieron ... les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Juan 1:12. Cristo da la misericordia y gracia abundantemente a todos los que creen en él... Pero debemos hacer nuestra parte aceptando la bendición con fe.—The Signs of the Times, 27 de febrero de 1901. ELC 159.4