Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Santiago 4:8. ELC 167.1
Los ángeles de Dios se acercan a los que en sus pensamientos y servicio consagrado se acercan a Dios... Es una calamidad tener doblado ánimo. “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”. Santiago 1:8... Usemos para un solo propósito la mente que Dios nos ha dado. Ambición, codicia, la manía de seguir las modas, las costumbres y las prácticas del mundo para no parecer raro, pronto borrarán toda línea de distinción entre la línea de conducta del cristiano y las prácticas del mundo. El amor a los placeres no debe ser fomentado y mimado. Cuando el ser humano, formado para servir a Dios, halla su tiempo absorbido por planes en los cuales Dios no tiene nada que ver, haría bien en preguntar: ¿Qué fin tengo en vista? ¿En el servicio de quién realmente me complazco? Al fin de cuentas ¿qué significado tendrá esta aguda lucha por ser diferente? ¿A quién estoy sirviendo?—Manuscrito 21, 1898. ELC 167.2
Como administradores de la propiedad de Dios, debemos mantener el templo del alma limpio de toda la escoria y contaminación del mundo... Debemos usar todos nuestros talentos, alistar todo pensamiento, sacar a relucir toda facultad para llevarnos en armonía con la mente de Dios. Debemos adornarnos con todas las gracias del Espíritu emulando todo lo que es recto, puro, elevador y ennoblecedor, copiando las excelencias y personificando las perfecciones de la familia celestial, obteniendo una educación que nos capacite para unirnos con la familia real en los atrios celestiales... ELC 167.3
Todo el cielo nos está dando su ayuda para que podamos superar todo obstáculo... Debemos edificar caracteres de buena hechura, espirituales, celestiales, perfectos. Dios nos pide que trabajemos por el tiempo y por la eternidad para que podamos crecer según la semejanza divina.—Ibid. ELC 167.4