¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. Santiago 4:4. ELC 170.1
Cristo y el mundo no están en sociedad. El apóstol dice: “¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? ...” La conformidad con el mundo nunca será el medio para convertir el mundo a Cristo. Los cristianos deben ser enteramente consagrados a Dios si la iglesia ha de ser eficiente en su influencia para bien sobre los incrédulos. La menor separación de Cristo significa la misma cantidad de influencia, poder y eficiencia que se dan al enemigo.—The Review and Herald, 23 de agosto de 1892. ELC 170.2
Un cristiano, según las Escrituras, es una persona que está separada del mundo en sus propósitos y prácticas y que está unido a Cristo—un poseedor de la paz que sólo Cristo puede dar, que halla que el gozo del Señor es su fuerza y que su gozo es completo. Los cristianos no dejarán que el mundo perezca sin ser advertido, sin hacer esfuerzos para rescatar a los perdidos... Los que realmente aman a Cristo velarán por cada oportunidad para emplear los medios de que dispongan para hacer el bien y en seguir el ejemplo de las obras de Cristo. No cederán a la tentación de hacer alianzas con el mundo. No se unirán a sociedades secretas ni intimarán con incrédulos. Pero los que no están plenamente del lado de Cristo están en extenso grado controlados por las máximas y las costumbres del mundo... ELC 170.3
Los hijos de Dios estarán firmes del lado de la justicia bajo cualquier circunstancia. No han de ser engañados por los que tienen la mente y el espíritu del mundo, ni se unirán con ellos en espíritu o en prácticas... ELC 170.4
Dios tiene testigos fieles que no intentan hacer lo que Cristo calificó de imposible—o sea, tratar de servir a Dios y a Mammón a la vez. Son luces brillantes entre las tinieblas espirituales del mundo.—The Review and Herald, 4 de diciembre de 1894. ELC 170.5