Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis. 1 Pedro 2:1, 2. ELC 184.1
Deberíamos estudiar estas instrucciones. Es nuestro privilegio crecer “a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Efesios 4:13. No debiéramos ser irreflexivos o descuidados al hablar, hiriendo el uno al otro con palabras descorteses... ELC 184.2
Cada agente humano relacionado con la obra del Señor necesita apreciar la obra en la cual está tomando parte. La obra en las instituciones de Dios debe realizarse sin fricciones, sin palabras apresuradas, sin palabras dictatoriales. Los obreros deben ser puros, limpios y santos en pensamiento, en palabra y en acción. Deben ser testigos de Cristo, testificando que han nacido de nuevo.—Carta 179, 1902. ELC 184.3
No debe haber palabras hirientes, reprensiones irritantes, porque los ángeles de Dios están recorriendo cada habitación. Cristo anhela alabar a cada fiel obrero y lo hará. Cada acto bueno es registrado en el libro. Pueden cometerse pequeños errores, pero las palabras de censura levantan sentimientos de venganza y Dios es deshonrado... Cada palabra hablada irreflexiva o imprudentemente debería retirarse en el acto... Debemos recordar que como cristianos que profesamos trabajar en unidad no debemos actuar como los pecadores, cuyas palabras y acciones pecaminosas, a menos que se arrepientan de ellas, los condenarán... ELC 184.4
“Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir”. Apocalipsis 3:2. Esta es nuestra obra. Hay muchos que están por morir espiritualmente, y el Señor nos llama para que los fortalezcamos. El pueblo de Dios ha de ser fiel al deber. Sus miembros han de estar juntos por los lazos del compañerismo cristiano y deben ser fortalecidos en la fe hablando el uno al otro con frecuencia de las preciosas verdades que les fueron confiadas.—Ibid. ELC 184.5