Consérvate puro. 1 Timoteo 5:22. ELC 197.1
Saber lo que constituye pureza de la mente, el alma y el cuerpo, es parte importante de la educación.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 81. ELC 197.2
Cuando el carácter es falto de pureza, cuando el pecado ha llegado a ser parte del carácter, tiene un poder hechizador que es igual al vaso de licor embriagante. El poder de autocontrol y el de la razón es vencido por las prácticas que contaminan al ser entero; y si se sigue con estas prácticas pecaminosas el cerebro se debilita y enferma, perdiendo su equilibrio. Los tales son una maldición para ellos mismos y para aquellos con quienes se relacionan de cualquier forma... ELC 197.3
Los malos hábitos se adquieren más fácilmente que los buenos y son más difíciles de abandonar. La natural depravación del corazón da testimonio de este hecho bien conocido, de que requiere mucho menos trabajo desmoralizar la juventud, corromper sus ideas de carácter moral y religioso que injertar en ese carácter los duraderos, puros e incorruptos hábitos de justicia y verdad. La complacencia propia, el amor a los placeres, la enemistad, el orgullo, la estima propia, la envidia, los celos, crecerán espontáneamente, sin ejemplo ni enseñanza. En nuestro actual estado caído todo lo que se necesita es entregar la mente y el carácter a sus tendencias naturales. En el mundo natural, dejad un campo abandonado y lo veréis cubrirse de espinas y cardos; pero para que rinda los preciosos granos o las hermosas flores hay que poner cuidado y labor incesantes.—Carta 26d, 1887. ELC 197.4
Resplandezca la luz de la verdad en la mente del hombre y prodíguese el amor de Dios en su corazón, y él podrá ser un hombre de poder, hijo de la tierra, pero heredero de la inmortalidad.—Ibid. ELC 197.5