El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová. Proverbios 18:22. ELC 204.1
El matrimonio recibió la sanción y bendición de Cristo y debe considerarse como una institución sagrada. La verdadera religión no contrarresta los planes del Señor. Dios ordenó que la mujer se uniera al hombre en santo matrimonio para formar familias coronadas de honra que fueran símbolos de la familia celestial... El matrimonio, cuando se forma con pureza y santidad, verdad y justicia, es una de las mayores bendiciones dadas a la familia humana... ELC 204.2
El amor divino que emana de Cristo nunca destruye el amor humano, sino que lo abarca, refinado y purificado. Por él, el amor humano es elevado y ennoblecido. El amor humano nunca puede llevar su precioso fruto hasta que sea unido con la naturaleza divina y ejercitado a crecer hacia el cielo. Jesús quiere ver matrimonios felices, hogares felices. El calor de la verdadera amistad y el amor que une los corazones del esposo y la esposa es un goce anticipado del cielo. ELC 204.3
Dios ordenó que haya perfecto amor y armonía entre los que contraigan matrimonio. Que el esposo y la esposa se comprometan en la presencia del universo celestial a amarse el uno al otro como Dios lo ordenó... ELC 204.4
Con una parte del hombre Dios hizo una mujer, a fin de que fuese ayuda idónea para él, alguien que fuese una con él, que le alegrase, le alentase y bendijese, mientras que él a su vez fuese su fuerte auxiliador. Todos los que contraen relaciones matrimoniales con un propósito santo—el esposo para obtener los afectos puros del corazón de una mujer, y ella para suavizar, mejorar y completar el carácter de su esposo—cumplen el propósito de Dios para con ellos.—Manuscrito 16, 1899. ELC 204.5