Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Génesis 2:18. ELC 205.1
He leído a menudo estas palabras: “El matrimonio es una lotería”. Algunos actúan como si creyeran en esa afirmación, y su vida de casados testifica que así les ocurrió. Pero el verdadero matrimonio no es una lotería. El matrimonio fue instituido en el Edén. Después de la creación de Adán el Señor dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”. Cuando el Señor trajo a Eva delante de Adán los ángeles de Dios fueron testigos de la ceremonia. Pero hay pocas parejas que están completamente unidas cuando se realiza la ceremonia matrimonial. Las fórmulas que se pronuncian sobre los dos que pronuncian los votos matrimoniales no hacen de ellos una unidad. La fusión de los dos en matrimonio ha de hacerse en su vida futura. Puede ser una unión realmente feliz si cada uno da al otro verdadero afecto del corazón. ELC 205.2
Pero el tiempo quita al casamiento el romance con el cual la imaginación lo había vestido, y entran en la mente pensamientos sugeridos por Satanás. “No nos amamos el uno al otro como habíamos creído”. Quitad eso de la mente. No os detengáis sobre eso. Que cada uno, olvidándose de sí mismo, se niegue a sustentar las ideas que Satanás estaría contento que acariciara. Trabajará para haceros suspicaces, celosos de cualquier pequeñez que proporcione la más mínima ocasión para estorbar vuestros afectos mutuos... Cuando haya pasado el romance piense cada uno, no de manera sentimental, cómo podrá él o ella hacer de la vida de casados lo que a Dios le agradaría que fuese. ELC 205.3
La vida es un don precioso de Dios y no debe desperdiciarse en quejas egoístas o en una más abierta indiferencia y desamor. Que el esposo y la esposa traten juntos todas las cosas. Renuévense el uno al otro las primeras atenciones, reconozcan sus faltas el uno al otro.—Carta 76, 1894. ELC 205.4