Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Deuteronomio 6:6, 7. ELC 210.1
Los padres deberían estar unidos en su fe para estar unidos en sus esfuerzos de educar a sus hijos en la creencia de la verdad. Sobre la madre descansa en manera especial la tarea de modelar las mentes de los jóvenes hijos... Las ocupaciones a menudo mantienen al padre fuera de la casa y no le permiten tener una parte igual en la educación de los hijos: pero siempre que pueda debería unirse con la madre en esta obra. Trabajen juntos los padres, inculcando en los corazones de sus hijos los principios de justicia.—The Review and Herald, 12 de octubre de 1911. ELC 210.2
Ha habido poca obra definida para preparar a nuestros niños para las pruebas que deben enfrentar en su contacto con el mundo y sus influencias. No han sido ayudados como debieran haberlo sido a formar caracteres lo bastante fuertes como para resistir la tentación y permanecer firmes por los principios de la justicia en la terrible lucha que está ante todos los que queden fieles a los mandamientos de Dios y al testimonio de Jesucristo. ELC 210.3
Los padres necesitan entender las tentaciones que deben enfrentar los jóvenes diariamente, para poder enseñarles cómo vencerlas... Dios quiere que volvamos nuestros ojos de las vanidades, placeres y ambiciones del mundo y que los pongamos en la recompensa gloriosa e inmortal de aquellos que corren con paciencia la carrera que les es propuesta en el Evangelio. Quiere que eduquemos nuestros hijos para que eviten las influencias que los apartarían de Cristo. Nuestro Señor viene pronto y debemos prepararnos para este solemne acontecimiento... Que vuestra vida diaria en el hogar revele los principios vivientes de la Palabra de Dios.—Ibid. ELC 210.4