Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. Proverbios 22:6. ELC 211.1
El hogar debe ser una escuela en la cual los niños sean educados para la escuela superior. El padre y la madre deben hacer la decisión: “Entenderé el camino de la perfección... En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa’. Salmos 101:2 ... Los padres son los primeros maestros de sus hijos, y mediante las lecciones que les imparten son educados a la par que sus hijos. Si los padres se consagran a sí mismos, cuerpo, alma y espíritu para hacer la obra que Dios les dio, el Señor les enseñará preciosas lecciones, dándoles palabras sabias para hablar y ayudándolos a demostrar paciencia y tolerancia en la provocación... ELC 211.2
Necesitamos hogares que sean circundados por una atmósfera santificada. Las familias no convertidas son los aliados más fuertes de Satanás. Sus miembros trabajan en oposición a Dios. Algunos padres son ásperos, regañones, dominantes, mientras que otros son descuidados y laxos al dejar que sus hijos sigan el camino de la desobediencia hasta realizar acciones muy perversas, y son un espectáculo vergonzoso para los ángeles y los hombres. Tales padres necesitan experimentar el poder de Dios que convierte. Al ceder a la ira y con indiferencia egoísta incapacitan a sus hijos para este mundo y para el venidero... ELC 211.3
Estoy escribiendo esto a los padres de entre nosotros porque deseo grandemente que aprendan y enseñen a sus hijos las hermosas lecciones que debemos aprender en la tierra antes de poder entrar en el cielo. En todo lo que hagáis, preguntaos: “¿Cómo ayudará esto a mis hijos a prepararse para las mansiones que Cristo ha ido a preparar para los que lo aman?” Cuando se haga en el hogar la obra de enseñanza como debe hacerse, las familias traerán a la iglesia una noble abnegación, y los ángeles anhelarán detenerse allí.—The Review and Herald, 12 de enero de 1911. ELC 211.4