Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos. Isaías 54:13. ELC 212.1
Hay que enseñar a niños y jóvenes que sus facultades les fueron dadas para la honra y gloria de Dios. Con este fin deben aprender la lección de obediencia, porque solamente mediante vidas de obediencia voluntaria pueden dar a Dios el servicio que él pide... ELC 212.2
Los padres que realmente aman a Cristo darán testimonio de ello en un amor por sus hijos que no será complaciente, sino que obrará sabiamente para su mayor bien. Estos niños han sido comprados por precio. Cristo sacrificó su vida para poderlos redimir del mal. Los padres que aprecien el sacrificio que Cristo y el Padre han hecho en favor de la raza humana colaborarán con ellos empleando toda energía santificada y toda habilidad en la obra de salvar a sus hijos. En vez de tratarlos como juguetes, los considerarán como posesión adquirida de Cristo, y les enseñarán que ellos deben llegar a ser hijos de Dios. En vez de permitirles dar rienda suelta a su mal genio y deseos egoístas, les enseñarán lecciones de autodominio. ELC 212.3
Al cooperar padres e hijos en tratar de alcanzar el ideal de Dios para ellos, recibirán fuerza y bendición en sus vidas; gozo y satisfacción llenarán los corazones de los padres cuando vean, como fruto de sus labores, a sus hijos creciendo en el amor de la verdad, tratando de alcanzar la plenitud del propósito de Dios para ellos.—The Review and Herald, 5 de octubre de 1911. ELC 212.4
El [Dios] desea ver que, de los hogares de nuestro pueblo, se constituya una gran compañía de jóvenes que, debido a la piadosa influencia de sus hogares, hayan entregado su corazón a él, y salgan para rendirle el máximo servicio de sus vidas. Dirigidos y preparados por las piadosas instrucciones del hogar, la influencia de los momentos de culto de mañana y de tarde, el ejemplo consecuente de padres que aman y temen a Dios, han aprendido a someterse a Dios como su maestro y guía.—Ibid. ELC 212.5