No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Filipenses 3:12. ELC 124.1
Para pelear con éxito en la batalla contra el pecado debéis manteneros cerca de Jesús. No habléis de incredulidad; no tenéis excusa de hacerlo. Cristo ha hecho un sacrificio completo por vosotros para que podáis estar delante de Dios completos en él. Dios no se complace con nuestra falta de fe. La incredulidad siempre separa al alma de Cristo. ELC 124.2
No es digno de alabanza el hablar de nuestra debilidad y desánimo. Que cada uno diga: “Me aflige el que yo ceda a la tentación, el que mis oraciones sean tan débiles, mi fe tan débil. No tengo excusa por ser un enano en mi vida religiosa. Pero estoy tratando de lograr un carácter completo en Cristo. He pecado, pero todavía amo a Jesús. He caído muchas veces, sin embargo él ha extendido su mano para salvarme. Le he dicho todo en cuanto a mis errores. He confesado con vergüenza y dolor que lo he deshonrado. He mirado a la cruz y he dicho: Todo esto él sufrió por mí. El Espíritu Santo me ha mostrado mi ingratitud, mi pecado al exponer a Cristo a abierta vergüenza. El que no conoció pecado ha perdonado mi pecado. Me llama a una vida más elevada y más noble, y yo me extiendo a lo que está delante”... ELC 124.3
La humildad que lleva frutos, llenando el alma con un sentido del amor de Dios, hablará de aquel que la abrigó en ese gran día cuando los hombres serán recompensados de acuerdo con sus obras. Feliz será aquel de quien pueda decirse: “El Espíritu de Dios nunca llamó en vano al alma de este hombre. Siguió hacia adelante y hacia arriba de fuerza en fuerza. El yo no estaba entretejido en su vida. Recibía cada mensaje de corrección, amonestación y consejo como una bendición de Dios. Así preparó el camino para recibir bendiciones aún mayores, porque Dios no le habló en vano.—Manuscrito 161, 1897. ELC 124.4