¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. Salmos 119:103. ELC 137.1
Dios nos ha dado en su Palabra una lámpara a los pies y una luz en el camino. Sus enseñanzas tienen un peso decisivo en nuestra prosperidad en todos los aspectos de la vida. Aun en las cosas temporales será una guía más sabia que cualquier otro consejero... ELC 137.2
El aprecio hacia la Biblia crece a medida que se la estudia. A cualquier parte [de ella] que se dirija, el estudiante hallará desplegada la infinita sabiduría y el amor de Dios. Para el que está realmente convertido, la Palabra de Dios es el gozo y el consuelo de su vida. El Espíritu de Dios le habla y su corazón llega a ser como un jardín bien regado. ELC 137.3
No se ha planeado nada mejor para fortalecer el intelecto que el estudio de la Biblia. Ningún otro libro tiene tanto poder de elevar los pensamientos, dar vigor a las facultades como las amplias y ennoblecedoras verdades de la Biblia. Si se estudiara la Palabra de Dios como se debe, los hombres tendrían una grandeza de espíritu, una nobleza de carácter que raramente pueden verse en estos tiempos. ELC 137.4
Ningún conocimiento es tan firme, tan consistente, tan abarcante como el que se obtiene del estudio de la Palabra de Dios. Si no hubiera ningún otro libro en todo el mundo, la Palabra de Dios, vivida mediante la gracia de Cristo, haría al hombre perfecto en este mundo, con un carácter apto para la vida futura, inmortal. Los que estudian la Palabra, recibiéndola por fe como la verdad, y recibiéndola en el carácter, serán completos en Aquel que es todo en todos. Gracias a Dios por las posibilidades que ofrece a la humanidad. ELC 137.5
“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras tengamos esperanza”. Romanos 15:4.—The Review and Herald, 11 de junio de 1908. ELC 137.6