El que venciere, poseerá todas las cosas; y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Apocalipsis 21:7. FV 367.1
“Si no recibimos la religión de Cristo por alimentarnos de la Palabra de Dios, no tendremos derecho a la entrada en la ciudad de Dios. Habiéndonos alimentado de manjares terrenales, habiendo educado nuestros gustos en el amor a las cosas mundanas, no estaremos capacitados para entrar en las cortes celestiales; no apreciaríamos las puras corrientes celestiales que circulan en el cielo. No nos satisfarían las voces de los ángeles ni la música de sus arpas. La ciencia del cielo resultaría un enigma para nuestras mentes. Necesitamos tener hambre y sed de la justicia de Cristo; necesitamos ser modelados y formados por la influencia transformadora de su gracia para que seamos idóneos para la sociedad de los ángeles celestiales.”—The Review and Herald, 4 de mayo de 1897. FV 367.2
“Necesitamos tener una visión del futuro y de la santidad del cielo.... Allí los redimidos se encuentran con los que los condujeron al Salvador crucificado.... Todas las tribulaciones y contiendas han terminado. Los cantos de victoria llenan el cielo mientras los redimidos rodean el trono de Dios.”—Testimonies for the Church 8:44. FV 367.3
“Entonces las naciones no tendrán otra ley que la ley del cielo. Constituirán una familia unida y feliz vestida con el ropaje de la alabanza y la gratitud. ... Sobre la escena, todas las estrellas matutinas cantarán y los hijos de Dios gritarán de gozo mientras Dios y Cristo se unan para exclamar: ‘¡No habrá más pecado, ni muerte!’”—Ibid. 42. FV 367.4