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El culto familiar no debe ser descuidado, 18 de junio RJ 175

Pongan la esperanza... en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. 1 Timoteo 6:17. RJ 175.1

Seríamos mucho más felices y más útiles si nuestra vida de hogar y nuestras relaciones sociales fueran gobernadas por los principios de la religión cristiana, e ilustraran la humildad y la sencillez de Cristo... Que los visitantes vean que tratamos de hacer felices a los que nos rodean con nuestra alegría, simpatía y amor. RJ 175.2

Mientras procuramos asegurar el bienestar y la felicidad de nuestros invitados, no pasemos por alto nuestras obligaciones para con Dios. La hora de la oración no debiera ser descuidada por ninguna razón... A temprana hora de la noche, cuando se puede orar sin prisa y con entendimiento, presenten sus súplicas y eleven sus voces en alabanza feliz y agradecida. Que todos los que visiten a los cristianos vean que la hora de la oración es la más sagrada, la más preciosa y la más feliz del día. Un ejemplo tal no quedará sin efecto. RJ 175.3

Estos momentos de devoción ejercen una influencia refinadora y elevadora sobre todos los que participan en ellos. Se despertarán pensamientos correctos y deseos nuevos y mejores en los corazones de los más descuidados. La hora de adoración trae paz y descanso agradecidos al espíritu cansado; porque la misma atmósfera del hogar cristiano es de paz y reposo. RJ 175.4

En cada acto el cristiano debería tratar de representar a su Maestro, hacer que su servicio aparezca como atractivo... RJ 175.5

Nueve de cada diez pruebas y perplejidades que preocupan a tantos son imaginarias o traídas sobre sí mismos por su propio camino equivocado. Deberían dejar de hablar de estas pruebas y de magnificarlas. El cristiano puede confiar cada preocupación, cada cosa que lo perturba, a Dios. Nada es demasiado pequeño como para que nuestro compasivo Salvador no lo note; nada es demasiado grande como para que no pueda llevarlo. RJ 175.6

Entonces pongamos nuestros corazones y hogares en orden; enseñemos a nuestros hijos que el temor del Señor es el principio de la sabiduría; y expresemos, por medio de una vida alegre, feliz y bien ordenada, nuestra gratitud y amor a quien nos da “todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”. Pero por sobre todas las cosas, fijemos nuestros pensamientos y los afectos de nuestros corazones en el querido Salvador que sufrió por el hombre culpable, y que así abrió el cielo para nosotros. RJ 175.7

El amor a Jesús no puede ser escondido, sino que se hará ver y sentir. Ejerce un maravilloso poder. Hace audaz al tímido, diligente al perezoso, sabio al ignorante. Hace elocuente la lengua vacilante, y eleva a nueva vida y vigor el intelecto dormido. Hace esperanzado al quejoso, feliz al melancólico. El amor a Cristo lleva a su poseedor a aceptar responsabilidades y cuidados por su causa, y a llevarlas con su fortaleza.—The Signs of the Times, 17 de diciembre de 1885. RJ 175.8