Perdonad, y seréis perdonados. Lucas 6:37. RJ 195.1
El Señor perdona a todos los que se arrepienten de sus pecados. El se aparta de los que no se arrepienten, de los que se apoyan en la confianza propia. Nunca rehusará escuchar la voz de las lágrimas y del arrepentimiento. Nunca volverá su rostro del alma humilde que acude a El arrepentida y apesadumbrada... RJ 195.2
El miembro de iglesia que cree en la Palabra de Dios nunca mirará indiferente a un alma que se humilla y confiesa su pecado. Sea recibido con regocijo el arrepentido. Cristo vino al mundo para perdonar a todo el que dice: “Me arrepiento. Lamento mi pecado”. Cuando un hermano dice: “Dios me ha perdonado. ¿Me perdonará usted?”, tome su mano, y diga: “Así como espero ser perdonado, yo perdono”. RJ 195.3
“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”Mateo 6:9-15. RJ 195.4
Cuando el enemigo está tratando de destruir por todos los medios, ¿se unirán los miembros de la iglesia con él para desanimar a un hombre que está arrepentido y que está pidiendo perdón? Dios no ha puesto a ningún hombre como juez. “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido... Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”Mateo 7:1, 2, 13, 14. RJ 195.5
“Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió. RJ 195.6
“Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento”Mateo 9:9-13. ¿Permitirán que esta lección se grabe en lo profundo de sus corazones?—Carta 199, 1905. RJ 195.7