Yo honraré a los que me honran. 1 Samuel 2:30. RJ 199.1
Usted es un siervo al servicio de Dios para dar luz, para dar tiempo, pensamiento, tacto, a su obra; y si usted hace esto, recibirá la aprobación de su Padre celestial y el don de la vida eterna... RJ 199.2
Ore mucho. No permita que ninguna persona o intereses personales lo separen de Dios, la fuente de su fortaleza. Cuando se levanta en la mañana, reúna a todos los miembros de su familia, tal como hacía Abrahán, e invítelos a buscar a Dios con usted. Si su trabajo lo apremia demasiado, y lo impele a ir a su tarea, entonces hay aun mayor necesidad de tomarse tiempo para orar, para presentar sus peticiones al trono de la gracia, y asegurar el cuidado protector, la ayuda, la misericordia y la bendición de Dios. No escatime el tiempo que Dios requiere, haciendo apresuradamente una oración formal y sin fe, para llegar pronto a su trabajo. RJ 199.3
Dios puede hacer mucho por usted, aun en su trabajo, si se lo pide. Puede enviar a sus ángeles para preservarlo de contratiempos, accidentes, y hasta de la pérdida de la vida y la propiedad. La razón por la cual quienes descuidan los privilegios que Dios ha provisto no tienen más tranquilidad, paz y gozo, es que ellos no se detienen para tener comunión con Dios, la fuente de su fortaleza. ¿Puede Dios derramar su Espíritu, puede bendecirnos donde hay tanta indiferencia a su servicio? El no puede darnos sus ricas bendiciones sin nuestra cooperación en sus planes. El dice: “Honraré a los que me honran”. RJ 199.4
Para nosotros es tan conveniente como esencial que oremos tres veces al día, como lo fue para Daniel. La oración es la vida del alma, el fundamento del crecimiento espiritual. En su hogar, ante su familia y delante de sus compañeros de trabajo, usted debe testificar de esta verdad. Y cuando tiene el privilegio de reunirse con sus hermanos en la iglesia, hábleles de la necesidad de mantener abierto el canal de comunicación entre Dios y el alma. Dígales que si encuentran ánimo y voz para orar, Dios encontrará respuestas para sus oraciones. Dígales que no descuiden sus deberes religiosos. Exhorte a los hermanos a orar. Debernos buscar si queremos encontrar, debemos pedir si queremos recibir, debemos golpear si queremos que nos abran las puertas. RJ 199.5
Si sólo hay unos pocos reunidos, hay suficientes para reclamar las preciosas promesas de Dios. El Padre, el Hijo y los santos ángeles estarán presentes con usted para contemplar su fe, su principio inmutable, y allí usted experimentará el derramamiento del Espíritu Santo de Dios. Dios tiene ricas bendiciones preparadas para quienes pongan no sólo todos los diezmos en su alfolí, sino también el tiempo, y la fuerza de huesos, cerebro y músculos a su servicio.—The Signs of the Times, 10 de febrero de 1890. RJ 199.6