Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Tito 2:13, 14. RJ 250.1
Estos versículos enseñan una lección muy diferente de la que se presenta en las palabras de muchos que profesan creer el Evangelio. Se nos exhorta a vivir sobria, justa y piadosamente en este mundo actual, y a aguardar la gloriosa aparición del gran Dios y Salvador Jesucristo. Algunos han objetado mi obra, porque enseñó que es nuestro deber aguardar la aparición personal de Cristo en las nubes de los cielos. Han dicho: “Cuando escuchamos a la Sra. White referirse a la venida de Cristo parecería que el día del Señor ya está sobre nosotros. Ella ha estado predicando sobre el mismo tema durante los últimos cuarenta años, y el Señor todavía no ha venido”. RJ 250.2
Idéntica objeción podría levantarse contra las palabras de Cristo mismo. El dijo por boca de su discípulo amado: “Ciertamente vengo en breve”, y Juan responde: “Amén; sí, ven, Señor Jesús”. Apocalipsis 22:20, 21. Jesús pronunció estas palabras como un mensaje de advertencia y aliento para su pueblo, ¿y por qué no las tendremos en cuenta? El Señor ha dicho que será el siervo fiel y prudente quien será encontrado velando y esperándolo. Fue el siervo malo quien dijo: “Mi señor tarda en venir”, y comenzó a golpear a sus consiervos, y a comer y a beber con los borrachos. RJ 250.3
El momento exacto de la segunda venida de Cristo no ha sido revelado. Jesús dijo: “Pero del día y la hora nadie sabe”. Sin embargo dio señales de su venida, y dijo: “Cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas”Mateo 24:48, 36, 33. Las ofreció como manifiestas señales de su venida: “Levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca”Lucas 21:28. En vista de estas cosas el apóstol escribió: “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día”. 1 Tesalonicenses 5:4, 5. Puesto que no conocemos la hora de la venida de Cristo, debemos vivir sobria y piadosamente en este mundo, “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”... RJ 250.4
Su pueblo ha de preservar sus características peculiares como sus representantes. Hay una obra que cada uno de ellos ha de hacer. El rico brindará sus medios, el honrado su influencia, el sabio su sabiduría, el pobre su virtud, si desean ser efectivos obreros con Dios. Han de entregarse a sí mismos en una correcta relación con Dios, a fin de que puedan reflejar la luz de la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Jesucristo... Ellos han de alertar a los hombres de los juicios venideros. Han de representar a Cristo ante la gente.—The Signs of the Times, 24 de junio de 1889. RJ 250.5