Todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. 1 Juan 3:3. RJ 296.1
Es el privilegio de todo buscador sincero de la verdad y de la justicia basarse en las seguras promesas de Dios. El Señor Jesús manifiesta el hecho de que los tesoros de la gracia divina están puestos enteramente a nuestra disposición, a fin de que podamos llegar a ser canales de luz. No podemos recibir las riquezas de la gracia de Cristo sin desear impartirlas a otros. Cuando tenemos el amor de Cristo en nuestros corazones, sentiremos que es nuestro deber y privilegio comunicarlo a otros. RJ 296.2
El sol que brilla en el cielo envía sus brillantes rayos a todos los caminos y senderos de la vida. Tiene suficiente luz para miles de mundos como el nuestro. Y así sucede con el Sol de justicia; sus brillantes rayos de salud y alegría son más que suficientes para salvar a nuestro pequeño mundo que El creó. Cristo declara que nuestro Padre celestial está más dispuesto a dar el Espíritu Santo a los que lo piden, que los padres terrenales a dar regalos a sus hijos. RJ 296.3
El día de Pentecostés proveyó una ocasión maravillosa. En el derramamiento del Espíritu Santo, ¡qué testimonio se dio de la abundancia de la gracia de Cristo! ¿Por qué ocurre que los que pretenden creer la verdad presentada viven tan por debajo de sus privilegios? ¿Por qué mezclan el yo con todo lo que hacen? Si dejaran a un lado el yo, Jesús daría al alma sedienta un suministro continuo del agua del río de la vida... RJ 296.4
Lo que santifica al alma es el crecimiento en el conocimiento del carácter de Cristo. Discernir y apreciar la maravillosa obra de la expiación transforma al que considera el plan de salvación. Al contemplar a Cristo, se transforma a la misma imagen, de gloria en gloria como por el Espíritu de Dios. La contemplación de Jesús llega a ser un proceso refinador y ennoblecedor para el cristiano mismo. El ve el Modelo y crece a su semejanza, y entonces, cuán fácilmente se arreglan las disensiones, las luchas y las rivalidades. La perfección del carácter de Cristo es la inspiración del cristiano. Cuando lo vemos como El es, se despierta el deseo de ser como El, y esto eleva al ser entero; porque “todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro”... RJ 296.5
El poder de Cristo ha de ser el consuelo, la esperanza, la corona de gozo, de todo el que sigue a Jesús en su conflicto, en las luchas de su vida.—The Review and Herald, 26 de agosto de 1890. RJ 296.6