¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. 2 Corintios 6:16. RJ 302.1
Permanecemos en Cristo por medio de una fe viva. El mora en nuestros corazones cuando nos apropiamos individualmente de la fe. Tenemos la compañía de la presencia divina, y al darnos cuenta de su presencia, nuestros pensamientos son traídos en cautiverio a Cristo Jesús. Nuestros ejercicios espirituales están de acuerdo con la intensidad de nuestro sentido de esta compañía. Enoc anduvo con Dios en este camino; y Cristo vive en nuestros corazones por la fe cuando consideramos lo que El es para nosotros, y la obra que ha realizado por nosotros en el plan de redención. Nos sentimos muy felices al cultivar un sentido de este gran don que Dios dio a nuestro mundo y nos dio a nosotros personalmente. RJ 302.2
Estos pensamientos tienen un poder dominante sobre todo el carácter. Quiero impresionar la mente de ustedes con el hecho de que pueden tener siempre, si quieren, la compañía divina con ustedes... RJ 302.3
A medida que la mente se espacia en Cristo, el carácter es modelado a la semejanza divina. Los pensamientos son saturados en un sentido de su bondad, de su amor. Contemplamos su carácter, y así El está en todos nuestros pensamientos. Su amor nos abarca. Aun al observar un momento el sol en su gloria meridiana, cuando apartamos nuestros ojos, su imagen aparecerá en todo cuanto veamos. Así ocurre cuando contemplamos a Jesús; todo lo que miramos refleja su imagen, la imagen del Sol de justicia. No podemos ver ninguna otra cosa, ni hablar de ninguna otra cosa. Su imagen está impresa en los ojos del alma, y afecta toda porción de nuestra vida diaria, suavizando y subyugando toda nuestra naturaleza. Al contemplar, somos conformados a la semejanza divina, a la semejanza de Cristo. Ante todos aquellos con quienes nos asociamos reflejamos los brillantes y alegres rayos de su justicia. Hemos sido transformados en carácter; pues el corazón, el alma, la mente, han sido irradiados por el reflejo de Aquel que nos amó y dio su vida por nosotros. Aquí de nuevo se manifiesta una influencia viva y personal que mora en nuestros corazones por la fe. RJ 302.4
Cuando sus palabras de instrucción han sido recibidas, y han tomado posesión de nosotros, Jesús es para nosotros una presencia permanente, que gobierna nuestros pensamientos, ideas y acciones... RJ 302.5
Cristo Jesús lo es todo para nosotros: el primero, el último, el mejor en todas las cosas. Jesucristo, su espíritu, su carácter, da color a todas las cosas; es la trama y urdimbre, la misma textura de nuestro ser entero... Al continuar mirando a Jesús, reflejamos su imagen hacia todos los que nos rodean.—Mensajes para los Jóvenes, 157-159. RJ 302.6