Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Génesis 12:1, 2. RJ 316.1
Dios escogió a Abrahán como su mensajero para comunicar la luz al mundo. La palabra de Dios vino al patriarca desprovista de todo reconocimiento, de honor mundano y de halagüeñas perspectivas de un gran salario en esta vida. “Vete de tu tierra... a la tierra que te mostraré”, fue el mensaje divino para Abrahán. El patriarca obedeció y “salió sin saber a donde iba”, como un portaluz de Dios, dispuesto a mantener vivo el nombre de Dios en la tierra. Abandonó su país, su casa, sus amistades y todo vínculo agradable que lo unía con su vida joven y salió para ser un peregrino y un extranjero... RJ 316.2
Antes de que Dios pudiera usarlo, Abrahán debía romper sus vínculos anteriores, para que no pudiera ser controlado por influencias humanas ni confiara en ayuda humana. Ahora que estaba unido a Dios, de allí en adelante debía morar entre extranjeros. Su carácter debía ser peculiar y distinto de todo el mundo. Ni aun podía explicar a sus amigos a fin de que comprendieran los pasos que seguiría, pues ellos eran idólatras. Las cosas espirituales sólo se disciernen espiritualmente. Por esto sus motivos y sus acciones estaban más allá de la comprensión de sus familiares y amigos. RJ 316.3
La incondicional obediencia de Abrahán fue uno de los ejemplos de fe y de confianza en Dios más impresionantes que se encuentran en el registro sagrado. Sólo con la simple promesa de que sus descendientes poseerían Canaán y sin la menor evidencia exterior, Abrahán siguió hacia donde Dios lo condujo, cumpliendo cabal y sinceramente con las condiciones que le atañían y confiando que Dios cumpliría fielmente su palabra. El patriarca fue dondequiera Dios le indicó; cruzó sin temor el desierto; pasó por en medio de naciones idólatras, con un solo pensamiento: “Dios ha hablado; obedezco su voz; El me guiará y me protegerá”. RJ 316.4
Una fe y una confianza semejantes a las de Abrahán necesitan hoy los mensajeros de Dios. Pero muchos a quienes el Señor quisiera usar para que atiendan y obedezcan su voz por sobre toda otra no avanzan... El Señor podría hacer mucho más por sus siervos si éstos se consagraran más plenamente a El, y estimaran servirle como superior a todo vínculo familiar y a toda otra asociación terrenal.—Testimonies for the Church 4:523, 524. RJ 316.5