Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó. Génesis 6:22. RJ 315.1
El mismo mensaje que escuchó Adán fue repetido [por Noé], que el pecado y Satanás no siempre triunfarían. Los que temían a Jehová serían victoriosos. Una gran oposición hacia las palabras del mensajero se produjo cuando se escuchó la voz de Noé advirtiendo del juicio que Dios estaba a punto de traer sobre el mundo a causa de la maldad de los hombres. Sin embargo, la oposición no fue universal; algunos creyeron el mensaje de Noé, y celosamente repitieron la amonestación. RJ 315.2
Pero los hombres considerados sabios fueron buscados con avidez, y se los invitó a presentar argumentos que pudieran neutralizar el mensaje de Noé. Y como en ese entonces el mundo estaba en paz, y no en guerra con el príncipe del mal, se complacieron con toda clase de excusas para poner a un lado el “así dice Jehová” y escuchar a los filósofos de la época, quienes expusieron la imposibilidad de que pudiera ocurrir semejante cambio en las fuerzas de la naturaleza como el que Noé predecía. No hay enemistad entre los hombres caídos y los ángeles caídos; ambos son malos a causa de la apostasía, y el mal, dondequiera que exista, se une contra Dios. Los hombres caídos y los ángeles caídos se unieron para destronar a Dios. RJ 315.3
Así fue como los sabios de este mundo hablaron de la ciencia y de las leyes fijas de la naturaleza, y sostuvieron que estas leyes eran invariables y que, en consecuencia, el mensaje de Noé no podía ser verdadero. Los hombres talentosos del tiempo de Noé se pusieron contra el propósito y la voluntad de Dios, y ridiculizaron el mensaje y al mensajero que El había enviado... Noé no podía refutar las pretensiones de la así llamada ciencia ni discutir su filosofía; pero podía proclamar la Palabra de Dios, pues sabía que ella contenía la infinita sabiduría del Creador, y al hacerla resonar por doquier, no perdió nada de su fuerza ni su realidad porque los hombres del mundo la menospreciaran y ridiculizaran. RJ 315.4
Noé no asoció con su mensaje los agradables y complacientes engaños de Satanás. No reprodujo el sentimiento de muchos que en esos días sostenían que la misericordia de Dios era tan grande que El no haría una obra tan terrible. Muchos afirmaron que Dios concedería a los impíos otro período de prueba; pero Noé no los tranquilizó ni alentó en ellos la más mínima esperanza de que quienes descuidaran la oportunidad presente, rechazaran la verdad presente, fueran favorecidos con otra oportunidad de salvación... El conocía el poder de Dios, y comprendía que Dios cumpliría su palabra. Su temor de Dios no lo alejó del Creador, antes lo acercó más a El y lo condujo a derramar su alma en ferviente súplica.—The Signs of the Times, 18 de abril de 1895. RJ 315.5