Los ángeles están cerca del obrero—A medida que el obrero trata de dar a los demás la luz que Dios le ha dado, el Señor le imparte una luz acrecentada; y haciendo lo mejor de que es capaz, deseando anhelosamente la gloria de Dios, comprende el valor de las almas. Al hacer visitas de casa en casa, abriendo las Escrituras a personas cuyo entendimiento ha sido oscurecido, los ángeles de Dios estarán muy cerca de él, para impresionar el corazón de aquel que está sediento del agua de la vida.—The Review and Herald, 6 de octubre de 1896. Ev 357.1
El Señor trabaja con los instructores bíblicos—Preséntense las fuertes razones de nuestra fe basadas en la Palabra de Dios, y prepare la verdad, con su poder santificador, el camino a los corazones y las mentes de los que se encuentran bajo convicción. A medida que los ayudantes dan estudios bíblicos en los hogares de la gente, el Señor obra en las mentes tan ciertamente como lo hace en los servicios públicos.—Carta 160, 1901. Ev 357.2
Milagros obrados por medio de la Palabra—Habrá constantemente una lucha a fin de obtener acceso a los corazones de los ignorantes y malvados. ¿Pero no intentaremos individualmente hacerlo por medio de esfuerzos personales, con tanto fervor y fidelidad como debiéramos? ¿No nos mantenemos demasiado distanciados de las pobres almas muertas en transgresiones y pecados? ¿No puede cada uno de nosotros armarse del intenso fervor de Cristo y hacer más? Ev 357.3
Temo que no exista la fe que es esencial. ¿No nos fortaleceremos contra los chascos y la tentación a desanimarnos? Dios es misericordioso, y con la verdad que despierta regocijo y que purifica y ennoblece la vida, podemos hacer una obra buena y sólida para Dios. La oración y la fe harán maravillas. La Palabra debe ser nuestra arma de combate. Pueden obrarse milagros por medio de la Palabra; porque es provechosa para todas las cosas.—Carta 75, 1896. Ev 357.4
El valor de un alma—El alma que se ha entregado a Cristo es más preciosa a sus ojos que el mundo entero.—El Deseado de Todas las Gentes, 430 (1898). Ev 357.5
Si sólo un alma hubiese querido aceptar el Evangelio de su gracia, para salvar a ella sola, Cristo hubiera escogido su vida de penas y humillaciones y su muerte ignominiosa.—El Ministerio de Curación, 126 (1905). Ev 357.6
Siga adelante esta obra—Muchos oirán el mensaje, pero rehusarán prestarle oído; sin embargo, la amonestación ha de ser dada a todos en tonos claros y sencillos. No solamente debe presentarse la verdad en las asambleas públicas; debe realizarse obra de casa en casa. Avance esta obra en el nombre del Señor. Los que están empeñados en ella tienen los ángeles del cielo como sus compañeros. Resistirán los ataques hechos por el enemigo contra los que cooperan con Dios.—Carta 140, 1903. Ev 358.1
Confiando en las promesas—Quizá algún tiempo la buena semilla permanezca inadvertida en un corazón frío, egoísta y mundano, sin dar evidencia de que se ha arraigado en él; pero después, cuando el Espíritu de Dios da su aliento al alma, brota la semilla oculta, y al fin da su fruto para la gloria de Dios. En la obra de nuestra vida no sabemos qué prosperará, si esto o aquello. No es cuestión que nos toque decidir. Hemos de hacer nuestro trabajo y dejar a Dios los resultados. “Por la mañana siembra tu simiente, y a la tarde no dejes reposar tu mano”. El gran pacto de Dios declara que “todos los tiempos de la tierra; la sementera y la siega... no cesarán”. Confiando en esta promesa, ara y siembra el agricultor. No menos confiadamente hemos de trabajar nosotros en la siembra espiritual, confiando en su promesa: “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”. Isaías 55:11. “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas”. Salmos 126:6.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 50, 51 (1900). Ev 358.2