La obra de Dios en la naturaleza no es Dios mismo en la naturaleza. Las cosas de la naturaleza son la expresión del carácter de Dios; por ellas podemos comprender su amor, su poder y su gloria; pero no debemos considerar a la naturaleza como Dios. La habilidad artística de los seres humanos produce manualidades maravillosas, objetos que deleitan los ojos, y estas cosas nos dan algo de la idea del artífice; pero el objeto hecho no es el hombre. No es la obra, sino el artífice lo que es digno de honor. De esta forma, mientras la naturaleza es una expresión del pensamiento de Dios, no es a la naturaleza sino al Dios de la naturaleza a quien se debe exaltar.—Testimonies for the Church 8:263. MM 12.4