Los enfermeros deben recibir instrucción bíblica regular, para que estén habilitados para hablar a los enfermos palabras que los iluminen y los ayuden. Los ángeles de Dios están en los cuartos donde se trata a los enfermos, y debe ser pura y fragante la atmósfera que rodea el alma del que da el tratamiento. Las virtudes de Cristo deben verse en la vida de los médicos y los enfermeros. Los principios celestiales deben vivirse. Entonces, por lo que ellos hacen y dicen, el enfermo será atraído al Salvador.—Carta 59, 1905. MM 266.1