No rehúse unirse con sus hermanos por temor a que si se coloca en igualdad con ellos no podrá hacer todo lo que su juicio personal podría sugerirle. Los obreros de Dios deben aconsejarse mutuamente. Los ministros, médicos o directores van por sendas falsas cuando se consideran como un todo completo; cuando no sienten necesidad de los consejos de hombres experimentados que han sido conducidos por el Señor. Estos, al avanzar con abnegación para promover la obra, han dado evidencia de que fueron guiados y controlados por el Espíritu Santo y así fueron capacitados para hablar, hacer planes y actuar sabiamente y con entendimiento. MM 60.2
El Señor necesita a hombres dispuestos a unirse al yugo de Cristo y de sus hermanos; hombres dispuestos a esforzarse para llegar a ser todo lo que deben ser a fin de lograr que la obra de Dios progrese inteligentemente; hombres que contemplen a Jesús y cumplan con la invitación: “Venid a mí... y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros. Y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”.—Carta 13, 1902. MM 60.3