Tengo un mensaje que dar a los que se sienten seguros de estar preparados para hacer la obra médica misionera. ¿Son conscientes los que están comprometidos en esta labor, de que nos estamos acercando al fin de la historia de esta tierra, y que debemos comprender plenamente la obra que está delante de nosotros? Lo primero que los médicos misioneros deben hacer es obtener un concepto correcto de Dios, no una concepción basada en su propio juicio humano, sino en un estudio constante de la Palabra de Dios y del carácter y la vida de Cristo. MM 119.1
La Palabra de Dios y sus obras contienen el conocimiento de sí mismo que él ha decidido revelarnos. Podemos entender la revelación que él así nos ha dado de sí mismo. Pero es con temblor y temor, y con un sentido de nuestra propia pecaminosidad, como debemos emprender este estudio; no con un deseo de tratar de explicar a Dios, sino de obtener el conocimiento que nos habilitará para servirle más aceptablemente. MM 119.2
Que nadie se aventure a explicar a Dios. Los seres humanos no pueden explicarse ellos mismos, y ¿cómo entonces se atreven a explicar al Omnisciente? Satanás está listo para dar a los tales falsos conceptos de Dios. MM 119.3
A los curiosos tengo que decirles que Dios me ha instruido referente a no fraguar respuestas a las preguntas de los que se inquietan con relación a lo que no se ha revelado. Las cosas reveladas son para nosotros y para nuestros hijos. Más allá de esto, los seres humanos no deben intentar aventurarse. No debemos tratar de explicar lo que Dios no ha revelado. Debemos estudiar la revelación que Cristo, el Gran Maestro, ha dado del carácter de Dios, para que en espíritu, palabra y obra lo podamos representar ante quienes no lo conocen. MM 119.4