Después que Jesús desapareció de la vista de los discípulos en el Monte de los Olivos, fue recibido por una hueste angelical que, con cánticos de gozo y de triunfo, lo escoltó hacia las alturas. UE 155.1
A la entrada de la ciudad de Dios una inmensa compañía de ángeles aguardaba su llegada. Al acercarse Cristo, los ángeles que lo escoltaban, con expresiones de triunfo, se dirigieron a los que estaban junto a los portales: UE 155.2
“¡Alzad, puertas, vuestras cabezas!
¡Alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria!” UE 156.1
Los ángeles que esperaban en las puertas respondieron: UE 156.2
“¿Quién es este Rey de gloria?” UE 156.3
Dijeron esto no porque no lo supieran, sino porque querían oír la respuesta de sublime loor: UE 156.4
“¡Jehová el fuerte y valiente,
Jehová el poderoso en batalla!
¡Alzad, puertas, vuestras cabezas!
¡Alzaos vosotras, puertas eternas,
y entrará el Rey de gloria!” UE 156.5
De nuevo los ángeles que esperaban preguntaron: UE 156.6
“¿Quién es este Rey de gloria?” UE 156.7
Y la escolta respondió en tono melodioso: UE 156.8
“¡Es Jehová de los ejércitos!
¡El es el Rey de gloria!” Salmos 24:7-10. UE 156.9
Entonces los portales de la ciudad de Dios fueron abiertos de par en par y la multitud angelical pasó por ellos en medio de una explosión de música arrobadora. UE 156.10