Algunos alumnos dedican todo su ser a los estudios, y concentran su mente con el objeto de educarse. Hacen trabajar el cerebro, pero dejan inactivas las facultades físicas. El cerebro se recarga, y los músculos se debilitan porque no se los ejercita. Cuando estos estudiantes se diploman, es evidente que han obtenido su educación a expensas de la vida. Han estudiado día y noche, año tras año, manteniendo continuamente su mente en tensión, pero no han ejercitado suficientemente sus músculos [...]. MJ 168.3
Las señoritas se entregan frecuentemente al estudio, y descuidan otros ramos de la educación que son aún más esenciales para la vida práctica que el estudio de los libros. Y después de haberse educado, son con frecuencia inválidas para toda la vida. Descuidaron su salud, permaneciendo demasiado encerradas entre cuatro paredes, privadas del aire puro del cielo y de la luz solar que Dios nos da. Estas jóvenes podrían haber salido del colegio con salud, si hubieran combinado con sus estudios las labores caseras y el ejercicio al aire libre. MJ 169.1
La salud es un gran tesoro. Es el bien más precioso que puedan tener los mortales. Si es con la pérdida del vigor y la salud, la riqueza, los honores y el saber se compran a precio muy alto. Si falta la salud, ninguna de estas cosas puede asegurar la felicidad.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 272, 273. MJ 169.2