El Señor ha especificado: “El diezmo de todas las posesiones de ustedes es mío; sus dones y ofrendas han de ser traídos a la tesorería para ser usados para el adelantamiento de mi causa, para enviar al predicador viviente a abrir las Escrituras ante los que están en tinieblas”. MJ 218.3
Entonces, ¿correrá alguien el riesgo de retener de Dios lo que es suyo, haciendo así lo que hizo el siervo infiel que escondió en la tierra el dinero de su señor? ¿Trataremos, como dicho hombre, de justificar nuestra infidelidad, quejándonos de Dios y diciendo: “Señor, sabía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y juntas donde no esparciste. Y de miedo, fui y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo”?3Mateo 25:24, 25. ¿No presentaremos más bien nuestras ofrendas de gratitud a Dios?—The Youth’s Instructor, 26 de agosto de 1897. MJ 218.4