En aquel día, en que cada hombre será juzgado de acuerdo con los hechos realizados en el cuerpo, se evaporará, como el rocío al sol, toda excusa que pueda dar ahora el egoísmo para no entregar al Señor el diezmo y las ofrendas. Si no fuera para siempre demasiado tarde, ¡con cuánto gusto muchos volverían atrás y reedificarían su carácter! Pero entonces será demasiado tarde para cambiar el registro de los que semanal, mensual y anualmente han robado a Dios. Su destino ya estará decidido inalterablemente. MJ 218.1
El egoísmo es un mal mortal. El amor propio y la indiferencia descuidada hacia los términos específicos del acuerdo entre Dios y el hombre, la negativa a proceder como fieles mayordomos suyos, han acarreado sobre el hombre la maldición de Dios, tal cual él había declarado que ocurriría. Esas personas se han separado de Dios y, por precepto y ejemplo, han inducido a otros a desatender los claros mandamientos de Dios, por lo cual él no les pudo otorgar su bendición. MJ 218.2