Los jóvenes no se debilitarán mentalmente ni perderán eficiencia consagrándose al servicio de Dios. El temor del Señor es el principio de la sabiduría. El niño más pequeño que ama y teme a Dios es mayor a su vista que el hombre más instruido y talentoso que descuida la gran salvación. Los jóvenes que consagran su corazón y vida a Dios se han puesto, al hacerlo, en contacto con la Fuente de toda sabiduría y excelencia. MJ 233.1