Dios hace a cada joven la siguiente invitación: “Dame, hijo mío, tu corazón;1Proverbios 23:26. yo lo guardaré puro; satisfaré sus anhelos con verdadera felicidad”. Dios se complace en hacer felices a los jóvenes, y por eso quisiera que le entreguen el corazón a su cuidado para que sean mantenidas en condición sana y vigorosa todas las facultades del ser dadas por él. Ellos poseen el don de vida dado por Dios. Él hace latir el corazón; él da fuerza a cada facultad. El gozo puro no degradará ninguno de los dones de Dios. Pecamos contra nuestro cuerpo y contra Dios cuando buscamos placeres que separan nuestros afectos de Dios. Los jóvenes han de tener en cuenta que han sido colocados en el mundo a prueba, para ver si tienen caracteres que los harán aptos para vivir con los ángeles. MJ 290.1
Cuando sus compañeros los insten a ir por sendas de vicio e insensatez, y quienes los rodean los tientan a olvidar a Dios, a destruir las aptitudes que Dios les ha confiado y a degradar todo lo que es noble en su naturaleza, resístanlos. Recuerden que son propiedad del Señor, comprados por precio: el sufrimiento y la agonía del Hijo de Dios [...]. MJ 290.2
El Señor Jesús reclama su servicio. Él los ama. Si dudan de su amor, miren al Calvario. La luz que refleja la cruz muestra la magnitud de ese amor que ninguna lengua puede expresar. “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama”.2Juan 14:21. Mediante el estudio aplicado hemos de familiarizarnos con los mandamientos de Dios, y luego mostrar que somos sus hijos e hijas obedientes. MJ 290.3