Los ángeles de Satanás montan guardia junto a quienes dedican buena parte de la noche a las entrevistas amorosas. Si pudieran ser abiertos sus ojos verían a un ángel tomando nota de sus palabras y actos. Están violando las leyes de la salud y la modestia. Sería mejor que reservaran algunas horas de noviazgo para su vida matrimonial. Pero, por lo general, con el matrimonio termina toda devoción manifestada durante los días del noviazgo. MJ 323.1
Esas horas nocturnas de disipación, en esta época de depravación, llevan frecuentemente a la ruina a las dos personas que se entregan a ellas. Satanás se regocija, y se deshonra a Dios cuando los hombres y las mujeres se deshonran a sí mismos. El buen nombre del honor es sacrificado bajo el hechizo de esta ceguera, y no puede ser solemnizado el matrimonio de tales personas bajo la aprobación de Dios. Se han casado porque la pasión los impulsó, y cuando haya pasado la novedad del asunto, empezarán a darse cuenta de lo que han hecho. A los seis meses de haber hecho el voto, sus sentimientos han experimentado un cambio. En la vida conyugal, cada uno ha llegado a conocer mejor el carácter del compañero escogido. Cada uno descubre imperfecciones que no se veían durante la ceguera y locura de sus relaciones anteriores. Las promesas hechas ante el altar ya no los ligan. Como consecuencia de los matrimonios precipitados hay, aun entre el pueblo profeso de Dios, separaciones, divorcios y gran confusión en la iglesia. MJ 323.2