Nada es más traicionero que la falacia del pecado. Es el dios de este mundo que engaña, ciega y conduce a la destrucción. Satanás no expone todas sus tentaciones a la vez. Las disfraza con una máscara de bien. Mezcla con diversiones y extravagancias algunas pequeñas ventajas, y los seres engañados dan como excusa que el tener parte en ellas reporta un gran bien. Esta no es más que la parte engañosa. Son las artes infernales de Satanás enmascaradas. Las personas engañadas dan un paso y se preparan para el siguiente. Es mucho más placentero seguir las inclinaciones del corazón que estar a la defensiva y resistir la primer insinuación del astuto enemigo, y así impedir sus intrusiones. MJ 58.1
Oh, ¡cómo acecha Satanás para ver cuán fácilmente se toma su carnada, y para ver a las personas andar precisamente en la senda que él ha preparado! Él no quiere que abandonen la apariencia de oración y prácticas religiosas, pues así puede hacerlos más útiles en su servicio. Une su sofistería y sus trampas engañosas con la experiencia y la profesión de fe de ellos, y así hace progresar maravillosamente su causa. MJ 58.2