Vivimos en una época de disipación, y los hombres y los jóvenes son atrevidos en el pecado. A menos que nuestra juventud sea guardada en santidad, y fortificada por principios firmes, y ejerza un mayor cuidado en la elección de sus compañeros y de las publicaciones que nutren su mente, será expuesta a una sociedad cuyas normas son tan corrompidas como fueron las de los habitantes de Sodoma. La apariencia de las personas del mundo puede ser muy atrayente, pero si estas continuamente sugieren dudas en cuanto a la Biblia, son compañías peligrosas, pues tratarán constantemente de minar los cimientos de la fe, de corromper la rectitud de la religión antigua, evangélica. MJ 59.4
Los jóvenes se relacionan a menudo con personas de tendencias escépticas, y sus padres ignoran el hecho hasta que se consuma la terrible obra del mal y los jóvenes quedan arruinados. Se debería instruir diligentemente a los jóvenes para que no sean engañados en cuanto al verdadero carácter de tales personas, y no desarrollen amistades con ellas, ni escuchen sus palabras de sarcasmo y sofistería. A menos que nuestros jóvenes tengan valor moral como para cortar la relación con esas personas cuando descubran su incredulidad, serán entrampados y pensarán y hablarán como tales amistades lo hacen, expresándose con liviandad sobre la religión y la fe de la Biblia. MJ 60.1