Las condiciones para la salvación del hombre han sido ordenadas por Dios. La humillación de sí mismo y el llevar la cruz son los medios por los cuales el pecador arrepentido encuentra paz y consuelo. El pensamiento de que Jesús se sometió a una humillación y un sacrificio que el hombre nunca será llamado a soportar, debería acallar toda voz murmuradora. Al arrepentirse el pecador sinceramente ante Dios por la transgresión de su ley, y al ejercer fe en Jesucristo como Redentor y Abogado, experimenta el más dulce gozo.—The Signs of the Times, 4 de marzo de 1880. MJ 75.2