Los padres han dado su propio sello de carácter a sus hijos; y si algunos rasgos están indebidamente desarrollados en un niño, y otro revela una fase diferente del carácter que es desagradable, ¿quiénes deberían ser tan tolerantes, pacientes y bondadosos como los padres? ¿Quiénes deberían ser tan fervientes como para cultivar en sus hijos las preciosas gracias del carácter reveladas en Cristo Jesús? 1MCP 148.5
Las madres no aprecian ni la mitad sus privilegios y posibilidades. No parecen comprender que pueden ser misioneras en el más alto sentido, colaboradoras con Dios en ayudar a sus hijos a construir un carácter simétrico. Esta es la gran tarea que Dios les ha dado. La madre es el agente de Dios para cristianizar a su familia.—The Review and Herald, 15 de septiembre de 1891. 1MCP 148.6