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Disciplina concreta y uniforme 1MCP 178

La felicidad de cada niño puede alcanzarse con una disciplina concreta y uniforme. Las gracias más genuinas del niño consisten en la modestia y la obediencia, oídos atentos para escuchar las palabras de orientación, pies y manos dispuestos a caminar y trabajar en la senda del deber. Y la verdadera bondad del niño traerá su propia recompensa, aun en esta vida. Los primeros años constituyen el momento ideal para el proceso educativo, no solo para que el niño llegue a ser más servicial y lleno de gracia y de verdad en esta vida, sino para que pueda asegurarse el lugar preparado en el hogar celestial para todos los que son fieles y obedientes. En la educación de nuestros propios hijos y en la de los hijos de otros hemos probado que nunca aman menos a los padres y tutores por impedirles hacer el mal.—The Review and Herald, 10 de mayo de 1898. 1MCP 178.1