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Rodeados por una atmósfera de paz 1MCP 26

Todos los que están en la escuela de Dios necesitan de una hora tranquila para la meditación, a solas consigo mismos, con la naturaleza y con Dios [...]. Cada uno de nosotros ha de escuchar la voz de Dios hablar a su corazón. Cuando toda voz ha sido silenciada, y tranquilos en su presencia esperamos, el silencio del alma hace más perceptible la voz de Dios. El nos dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. Salmos 46:10. En medio de la presurosa multitud y de las intensas actividades de la vida, el que así se refrigera se verá envuelto en un ambiente de luz y paz. Recibirá un nuevo caudal de fuerza física y mental.—El Ministerio de Curación, 37 (1905). 1MCP 26.3