Por la desobediencia se pervirtieron las facultades del ser humano, y el egoísmo reemplazó al amor. Su naturaleza se debilitó de tal manera, que le resultó imposible resistir al poder del mal; el tentador vio que se cumplía su propósito de estorbar el plan divino de la creación del hombre, y de llenar la tierra de miseria y desolación.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 33 (1913). 1MCP 212.1