El amor es poder. Este principio encierra una fuerza intelectual y moral, que no puede separarse de él. El poder de la riqueza tiende a corromper y destruir. El poder de la fuerza es grande para hacer daño; pero la excelencia y el valor del amor puro consisten en su eficiencia para hacer bien, solamente el bien. Cualquier cosa que se haga por amor, por pequeña o despreciable que sea a la vista de los hombres, es completamente fructífera; porque Dios considera de más valor con cuánto amor se trabajó que la cantidad lograda. El amor es de Dios. El corazón inconverso no puede producir esta planta cultivada por el cielo, porque esta vive y florece solamente donde Cristo reina.—Joyas de los Testimonios 1:207, 208 (1868). 1MCP 212.4